Son las empresas VALMESA, Sociedad de Tasación S.A., TINSA y VALTECNIC, entre otras, quienes aparecen como entidades investigadas por alterar el precio de mercado de más de una decena de tasaciones con finalidad hipotecaria mediante el llamado «método de comparación». Asimismo, otras tantas decenas de demandas civiles en Madrid, Barcelona y Jaén pelean por la declaración de nulidad de los préstamos hipotecarios por haber mediado engaño en su otorgamiento.
La mecánica en todos los casos ha sido la de formar el valor de las viviendas que estaban por ser hipotecadas mediante inmuebles testigo en venta que a posteriori se ha comprobado su inexistencia, o la ausencia de transacción alguna.
Por la cuantía, los casos más graves se concentran en Arganda del Rey y en Illescas, donde incluso en el primer caso se ha ordenado un peritaje judicial a los efectos de determinar si realmente son falsos los inmuebles testigo utilizados o en su defecto, si existió alguna transacción u oferta que acredite el valor asignado por el tasador previo a la concertación del préstamo.
En la mayoría de las denuncias, han resultado investigados los profesionales que plasmaron falsedades en sus informes para facilitar la operación de préstamo, pero esta imputación abre la vía de la responsabilidad civil de las entidades financieras y de las sociedades de tasación, que son las verdaderas beneficiarias de estas operaciones.
Para conceder un préstamo hipotecario que supere las evaluaciones de riesgo que deben tener todas las entidades financieras, son necesarias dos cosas: o bien que el deudor o deudora tengan una solvencia indiscutible, o que el bien garantizado con la hipoteca tenga un valor muy por encima del valor del préstamo. Este último aspecto ha sido el que ha permitido a las entidades financieras otorgar préstamos que sabían que no se iban a poder pagar, pero que superaban cualquier análisis de solvencia dado que la empresa tasadora, normalmente vinculada a la entidad, plasmaba por escrito una falsedad otorgando un valor a la vivienda con ardides propias del engaño.
Una vez concecido estos préstamos de alto riesgo (equivalente a las hipotecas subprime en Estados Unidos), las entidades se deshacían de los mismos distribuyendo las mismas mediante mecanismos de inversión (cédulas hipotecarias, fondos de titulización, etc.) por los cuáles en pocos meses cobraban la totalidad del dinero prestado, distribuyendo el riesgo de impago entre miles de bonos y títulos valores en circulación.
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