Las sedes judiciales son lugares tenebrosos, de terror. Lugares poco ventilados donde se tramitan las vidas de miles de personas. A cargo de cada juzgado está un juez o jueza, generalmente sin plaza fija, que va pululando por los juzgados de España sin destino ni rumbo aparente. Debajo de esa toga hay una persona asustada, que está pensando todo el día en cómo responder correctamente a las exigencias que la Inspección del Consejo General del Poder Judicial le envía en forma de mensaje cifrado.
Gracias a la lista de suscriptores de este blog y su IP asociada, podemos ver que hay varios de ellos que van a leer este post. El problema hipotecario en España y el endeudamiento de las familias ya ha dejado de ser una cuestión discutible jurídicamente: sabéis que las entidades financieras han creado una estafa piramidal gigantesca que os asusta, os hace temblar porque tenéis claro su magnitud y dimensiones. Sabéis que detrás de cada préstamo hay una reventa de títulos asociados a ese crédito que multiplican por tres o cuatro veces los ingresos del banco, pero también sabéis que una sentencia que lo deje bien claro puede traeros problemas.
El poder judicial es un poder que no está sometido a ningún escrutinio democrático. Los habitantes de este país no saben quién o por qué se elige a aquellas personas que deciden sobre nuestras vidas. El sistema legal español no tiene previsto ningún mecanismo de control popular de las decisiones de los jueces, porque si lo hubiera, los 600.000 desahucios(y subiendo) que ha habido en estas tierras serían solo una mala pesadilla, y los banqueros no habrían creado una burbuja sin que antes un tribunal les pidiera unas cuantas explicaciones. Ya es hora de que ese control popular del poder judicial lo empecemos a ejercer nosotros mismos, porque si no lo ejercemos nosotros, será la banca la que lo hará, como ocurre en la actualidad.
¿Es legal mi hipoteca?
Es lo primero que nos tenemos preguntar. Cuando muchos activistas, abogados y abogados-activistas decimos que todas las hipotecas de España están titulizadas, quiere decir que tras la firma de un préstamo con destino a la compra de vivienda hay toda una serie de operaciones posteriores de transferencia del riesgo a terceros. Esto supone que el banco que firma con nosotros no asumirá ningún riesgo en dicha operación. Es esto último lo que explica la burbuja especulativa, ya que el banco concederá préstamos a sabiendas de que serán otros quienes correrán con el riesgo de una posible situación masiva de impagos.
Esos terceros somos cualquiera de nosotros. Cuando usted hizo un plazo fijo o adquirió cédulas hipotecarias que el empleado de la sucursal le ofreció el día que fue a domiciliar el recibo de la luz de la casa del pueblo, se convirtió sin saberlo en un acreedor indirecto de algún desdichado afectado o afectada por una hipoteca basura. Eso multiplíquelo por las miles de hipotecas convertidas en títulos que adquirieron bancos alemanes o italianos, que a su vez colocaron entre sus clientes.
El delito complejo detrás de cada préstamo
¿Pero cómo llevamos esto a los tribunales de justicia?. Muchos jueces replican como loros el argumento de que «nadie le obligó a firmar esa hipoteca». Bravo, qué inteligencia la de nuestro poder judicial. Estas son las mentes brillantes que deciden sobre nuestras vidas impunemente. Efectivamente nadie «obligó» a firmar, como tampoco los trileros de la Calle Montera de Madrid obligan a los turistas a participar del timo que ha hecho famoso, entre otras cosas, al pintoresco centro de la capital española.
El problema es que el banquero sabía que ese préstamo era un atentado al requisito de «prudencia valorativa» que debe regir en el análisis de valor de un bien, y de la capacidad de pago que puede asumir el deudor. De acuerdo a este criterio de obligado cumplimiento por las entidades que concedieron los préstamos (que se impone entre otras cosas por la normativa contable del Banco de España), la mayoría son irregulares. Esto implica, por tanto, que la reventa que hizo el banco de mi hipoteca es un delito estafa en toda regla, ya que vistió como valor rentable un préstamo condenado al fracaso.
Cuando usted ve una pizzería especializada en las pizzas de carne en un barrio de vegetarianos, que sin embargo tiene un notable éxito y cuyo motorista no para de entregar pedidos, ¿no se pregunta si a lo mejor lo que venden no es pizza?. Vamos a ver algo parecido ahora.
La «banca en la sombra»
Esta denominación no la ha creado ningún grupo amante de las teorías de la conspiración, ni ha sido extraído de un capítulo de «Cuarto Milenio», es la denominación que le ha dado la Comisión Europea a las actividades financieras que se realizan entre las bambalinas de cada operación de préstamo, el famoso mercado de los «derivados financieros». Se trata de un mercado de títulos ajenos al control establecido sobre la banca tradicional, que entre otras cosas permite que nuestra hipoteca viaje de mano en mano por todo el mundo. ¿De mano en mano?.
Sí, de mano en mano. Sin cuentas corrientes, sin limitaciones y sobre todo sin los tradicionales controles que se establecen sobre el blanqueo de capitales en la banca que conocemos. Y es que la emisión de títulos respaldados por las hipotecas de cualquiera de ustedes permite a quien se lo proponga blanquear el dinero de cualquier negocio ilítico, y créanme que así es. Perdóneme la grosería, pero detrás de cada préstamo hipotecario hay una gran bolsa de mierda.
Según el investigador Daniel Estulin, «los principales bancos españoles como el Santander y el BBVA han vendido y están vendiendo todo el negocio que poseen en paraísos fiscales, sobre todo después de que los altos ejecutivos de la Hongkong and Shanghai Banking Corporation se vieron obligados a presentarse en el Congreso de los Estados Unidos para hacer frente a las imputaciones por el papel que habían desempeñado en las actividades delictivas de blanqueo de dinero relacionado con las drogas y el terrorismo.» («Camino del Infierno«, Ediciones B, 2012).
El negocio de los títulos hipotecarios que viajan al extranjero es el más lucrativo de todos los sectores de la banca, dado que el dinero que ingresa el banco casi siempre es líquido y nadie pregunta de donde viene: un «inversor» compra títulos hipotecarios españoles desde Panamá depositando el dinero en una cuenta abierta por una filial del Banco Santander (por ejemplo) en un paraíso fiscal, y así el Banco puede decir que el origen del dinero es lícito. Todo esto ante la vista y paciencia de los organismos reguladores españoles. Ese misterioso «inversor» ahora tiene un título al portador que puede venderlo nuevamente y recibir el dinero a cambio, limpio y blanqueado.
Los escraches, en los juzgados
A los jueces que van a leer este post esto no les sorprende para nada, o por lo menos no debería hacerlo. Distinto es si tienen el valor suficiente como para enfrentarse a ello, y esto tengo que ponerlo en duda merced a la experiencia española. Los juzgados de este país, en su amplia mayoría, están sometidos a las necesidades bancarias. Ningún juez pregunta al banco (y tiene la obligación de hacerlo) nada de esto, aunque sea un secreto a voces.
Y esto pasa entre otras cosas porque esos emperadores desnudos que mandan callar a abogados y afectados cuando acuden a las vistas de oposición, no son más que seres sometidos a quien tenga más capacidad de presión. Los movimientos sociales y plataformas de afectados se han olvidado de los jueces en todo esto, y como la naturaleza odia el vacío, ese vacío lo han ocupado los repartidores de sobres que hacen que un expediente camine o no, y si camina, hacia donde tiene que caminar.
Miles de trabajadores de la banca están a punto de ser despedidos; los idiotas que desde la mesa de la oficina del banco hablan de la empresa como si fuera suya no son más que condones de un solo uso; papel higiénico que terminará con una jubilación menguada por la crisis de la seguridad social y la quiebra de los fondos de pensiones que creó «su propio banco».
La apuesta de las entidades financieras por las Fintec, va a suponer el cierre de centenares de sucursales bancarias en España, traspasando todo el negocio a la banca por internet. La prueba de ello es que los bancos ya cobran comisiones desincentivadoras cuando las operaciones se hacen en la sucursal, mientras que si se hace a través de nuestra banca electrónica, apenas existen esos cargos. Los juzgados están tramitando desalojos de viviendas sin que los bancos se despeinen, y es el recurso que las entidades utilizan porque saben que en sede judicial, el camino está ganado ya que nadie les va a preguntar sobre la legalidad de esa operación.
Es cada vez más necesario que los afectados no piensen en «librarse de la deuda» a cambio de entregar su casa, es hora de que empiecen a discutir la legalidad de esa deuda, y para ello es necesario llamar con insistencia a las puertas de las sedes judiciales más cercanas, y si es necesario, aporrearlas.
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