Las sedes judiciales son lugares tenebrosos, de terror. Lugares poco ventilados donde se tramitan las vidas de miles de personas. A cargo de cada juzgado está un juez o jueza, generalmente sin plaza fija, que va pululando por los juzgados de España sin destino ni rumbo aparente. Debajo de esa toga hay una persona asustada, que está pensando todo el día en cómo responder correctamente a las exigencias que la Inspección del Consejo General del Poder Judicial le envía en forma de mensaje cifrado.
Gracias a la lista de suscriptores de este blog y su IP asociada, podemos ver que hay varios de ellos que van a leer este post. El problema hipotecario en España y el endeudamiento de las familias ya ha dejado de ser una cuestión discutible jurídicamente: sabéis que las entidades financieras han creado una estafa piramidal gigantesca que os asusta, os hace temblar porque tenéis claro su magnitud y dimensiones. Sabéis que detrás de cada préstamo hay una reventa de títulos asociados a ese crédito que multiplican por tres o cuatro veces los ingresos del banco, pero también sabéis que una sentencia que lo deje bien claro puede traeros problemas.
El poder judicial es un poder que no está sometido a ningún escrutinio democrático. Los habitantes de este país no saben quién o por qué se elige a aquellas personas que deciden sobre nuestras vidas. El sistema legal español no tiene previsto ningún mecanismo de control popular de las decisiones de los jueces, porque si lo hubiera, los 600.000 desahucios(y subiendo) que ha habido en estas tierras serían solo una mala pesadilla, y los banqueros no habrían creado una burbuja sin que antes un tribunal les pidiera unas cuantas explicaciones. Ya es hora de que ese control popular del poder judicial lo empecemos a ejercer nosotros mismos, porque si no lo ejercemos nosotros, será la banca la que lo hará, como ocurre en la actualidad. (más…)