Al menos en Europa. Ampliemos esto a cualquier otra aplicación corporativa que presuma de proteger nuestras conversaciones. Las filtraciones de la NSA y todo lo que tiene que ver con la vigilancia masiva en muchos países del mundo ha desatado una carrera publicitaria entre los pesos pesados de las redes sociales y la mensajería, con el fin de revertir la mala imagen adquirida por su colaboración con estos programas de vigilancia.
Pero lo cierto es que las funcionalidades añadidas en muchas de ellas no sirven para nada, y la explicación no es técnica, sino jurídica. Las normativas europea y española establecen tres aspectos para los operadores que presten servicios de comunicaciones electrónicas disponibles al público: que los datos generados sean retenidos, que el almacenamiento y entrega a las autoridades sea libre de cualquier cifrado y que los organismos reguladores tengan acceso a los dispositivos de cifra utilizados en esas redes. (más…)